Revista SUMMA+
por Cecilia Richard
Desde mis inicios en la joyería, y como un hecho natural me interesó incursionar e indagar en la configuración en el espacio, la tridimensión.
Una primera etapa se caracterizó por un trabajo mas orientado a formas que se encuentran en la naturaleza, relativo a su organicidad, con mayor profusión de elementos. Estos diseños o configuraciones, a pesar de mi particular intervención, eran propios del medio artesanal de donde yo tomé los primeros elementos de joyería. Así mismo, ya en estas piezas se veía la estructuración en planos, elementos pendulares que demarcaban el espacio continente y que a su vez por su movimiento otorgaban cierta dinámica a la pieza.
Progresivamente la inquietud por la relación del espacio con la materia fue desechando el componente icónico para remitirse a un lenguaje más puro que permitiera este tipo de investigaciones en sí mismas. Así se da un pasaje paulatino hacia la abstracción, y particularmente, la geometrización de las formas.
Siendo mi modalidad de trabajo y de pensamiento, el “pensar, haciendo”, idea mediante, la resolución de cada pieza es forjada en el ámbito de taller, en diálogo directo con los materiales y sus posibilidades, recurriendo al boceto o no. En caso de usarlo, generalmente es en función de clarificar algún aspecto relativo a la ‘ingeniería’ de la misma.
Puedo decir que nunca me interesó el diseño por el diseño mismo, ni la técnica de trabajo por la técnica en sí misma. Así como reconozco vital importancia al mundo de las ideas, creo que la obra tanto como uno, se forja, templa y transforma en el diálogo directo con la materia. Es en la acción de penetración de la idea en la materia, en su pulso por conjugar estos dos niveles de naturalezas distintas que puedo vivenciar una forma de re – crearme con cada obra.
Puedo reconocer dos formas diferentes a la hora de plantearme un trabajo de joyería. Una con una casi total independencia de la posibilidad de uso, donde la idea de la joya usable es casi una excusa para desarrollar un concepto en un objeto de pequeña escala.
Por otro lado, comprendiendo al cuerpo con su topografía, intento establecer un diálogo con este, potenciando líneas, curvas, espacios vacíos, volúmenes, articulaciones y posibilidad de movimiento en tanto el portador es un “ente vivo”. Pero particularmente, entendiendo que por sobre el carácter de cada pieza de joyería, estaría siempre presente la potencial conjunción semántica que se establece con el carácter propio de la persona que la porta.
La elección de un lenguaje geométrico determina una forma de estructuración de la idea, ausencia de narrativas, esencialidad de la forma, un tipo de configuración más ascética. Podríamos decir que estas piezas poseen un lenguaje de cierto atributo arquitectónico.
Plasmada la idea de fragmentación de apariencia azarosa, podríamos decir que es atributo de estas piezas tanto una referencia o alusión al ordenamiento de ciertos esquemas en la naturaleza (minerales, vegetales, etc.) como así mismo a los artificios de una cultura urbana.
Ideas de totalidad y fragmentación; fragmentos que convergen en unidad y unidad que se descompone en partes. Geometría que se despliega y repliega; complejidad y simplicidad en el mismo objeto. Suaves planos que culminan en
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aristas filosas o agudos vértices. Repetición de un mismo elemento regular, o irregularidad que no se repite ni busca prevalecer.
Característica específica, común a todos estos trabajos, es la posibilidad de movimiento intrínseco y de transformación propia de cada pieza. Es que cada objeto completa su órbita de significación, en el momento que es usado, manipulado (no sólo en el sentido tradicional de la joya que se ‘usa’ sino la idea de ser agarrada, maniobrada, modificada por la intervención ‘lúdica’ y reflexiva de la persona).
Cada pieza posee una gama de posibilidades metamórficas, activadas por la interacción del usuario con el objeto, abriendo un capítulo en el aspecto temporal - espacial de la percepción de la obra. Esa acción produce un proceso y una dinámica, pudiendo desencadenar una serie de asociaciones o reflexiones en el sujeto.
Reconozco en mi trabajo y en su proceso evolutivo, el desarrollo que va desde considerar un punto focal donde se centra el interés del objeto, hasta incorporar todas las partes de la pieza como elementos formales de igual valor. Así concebido, el objeto crece y absorbe incluso las partes que en otro momento eran casi exclusivamente funcionales de soporte o ergonomía.
El objeto ha ganado valor como totalidad y como unidad, y por ende ha ganado autonomía como tal. Aún así, y a pesar de ello, puede también seguir siendo una pieza de joyería, con la particularidad de establecer otras relaciones con sus usuarios.
Creo que este tránsito y este pasaje, observado en el desarrollo de mi trabajo, corresponde a una actitud experimental, que mientras amplía los límites de la joyería, se aproxima y afirma en la esfera del arte.
Por ello puedo reafirmar la idea que, hasta el presente, mi búsqueda dentro de la joyería contemporánea ha sido encontrar en el objeto–joya un territorio que contemple el mundo de las ideas, permita un espacio para la poética y encuentre en su “uso” un lugar propicio para la significación.-
Texto publicado por Arq. Cayetana Mercé, Summa+ #68 revista de arquitectura y diseño, pp. 124/127, Buenos Aires, Argentina, 2004.