Por Soledad Sgarella para La Tinta
Cecilia Richard, joyera: significar desde el oficio
7 agosto, 2017 by Redacción La tinta
Cecilia Richard es una joyera contemporánea cordobesa que ha sido pionera como productora -y como educadora- en este campo del quehacer cultural en nuestra ciudad, históricamente cerrado al mundo masculino y solitario. Creyente en el valor de lo colectivo, es una defensora de que el espacio de taller es, ante todo, un espacio de vínculos.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Premiada y distinguida con menciones nacionales e internacionales, Cecilia Richard se autoreferencia como una joyera validada en su quehacer y no en sus títulos, y es tan modesta como generosa en sus respuestas y en su forma, hermosa, de enseñar. Nos recibió en su taller luminosísimo, con una biblioteca de joyería y diseño contemporáneo como telón de fondo y unos mates que nos dan la bienvenida, cálida, como la misma Ceci. Siempre con los ojos llenos de brillo, nos invita a compartir, porque sobre todo es una artista que reivindica que el trabajar con otros y con otras nos alimenta las ideas y el alma.
—¿Cómo empezaste a hacer joyería?
—Yo siempre cuento que en realidad, y como me ha pasado con muchas cosas en mi vida, yo me topé con la joyería. No la busqué. Me encontró. Tengo la fortuna de hacer hoy lo que me gusta, lo que me significa, y sentirme privilegiada en eso. A ver… yo siempre fui hábil con mis manos y me encantaban las manualidades, es verdad… venía de una escuela con una orientación humanista, pero nunca me sentí específicamente con un gusto por las artes. Terminé la secundaria y empecé medicina. He siempre buena alumna pero proyectándome no me veía como médica… y empecé en ese momento a pensar en hacer música.
—Las artes te rodeaban…
—La cuestión es que hablando del arte, yo decía: ¿arte? ¿para qué sirve el arte? si vos me decís en mis ideas, en mi proyección… la joyería nunca —ni la fina ni la no fina— estuvo en mente. Lo que sí está claro es una primera ruptura, que empieza en un primer pequeño viaje con amigas donde yo, con mi primera pequeña crisis, dejo la carrera y ahí aparece el tema que siempre estuvo vinculado a mis quehaceres y que era lograr una autonomía económica, la cuestión de la subsistencia. Entonces, a los 20 años, me fui de la casa de mis padres de la mano de un proyecto que teníamos con un novio que era artista plástico y jovencito como yo, y empezamos a vender unos almohadones con formas de cosas, objetos. Siempre fue una vinculación entre un hacer que a mí me significara y que a la vez pudiese ser un medio de vida. Empiezo a hacer esto, se da una instancia de viaje donde conozco a la persona que va a ser con quien aprendí y que era un artesano brasilero cuya decisión de vida en ese momento era vivir así, de viaje. Él trabajaba con metales, era joyero, y a la vez con lo que tenía, hacía mucho. Aprendió igual que yo, viendo y haciendo, en un lenguaje brasilero barroco que a mí no me gustaba tanto, pero en lo que podía valorar su trabajo. Así fue que entonces me topo con él. Yo estaba haciendo marionetas, había cambiado la escala para poder salir de Córdoba y nos conocimos estando en una feria en Gesell. Me invitó a su proyecto, que era estar en Cusco para el Inti Raymi, y salí con ellos y con mis marionetas hacia allá.
—Y así empieza tu proceso de aprendizaje de la joyería…
—Ya estando con el en Cusco, sí. Su taller cabía en una mochila, y yo siempre le digo a mis alumnos que con poco se puede hacer mucho y no hace falta tener todo un taller super equipado. Y empecé a trabajar con metales que es, para quien comienza como mujer, un material que ofrece resistencia.
—Se te abrió el mundo de la orfebrería…
—Ese mundo, como el conocimiento en general, históricamente estaba revelado a los hombres. Hoy, la joyería contemporánea podemos decir que es básicamente de las mujeres. Antes de irme, yo tenía un amigo al cual le faltaban dos materias para terminar biología, pero era de una familia orfebre y tenía que trabajar ahí, con un taller en la zona céntrica, y sin esperar encontrarme con ese mundo (nunca íbamos al taller, pero fuimos) entré y me acuerdo de mi pensamiento: lugar oscuro lleno de tizne, esto no haría nunca che, y aunque no lo hice nunca, un poco era el mundo del quehacer del orfebre. Y bueno, siguiendo con el viaje en Cusco ya vendía mis cosas y después de un año más en Bahía volví y seguí trabajando. Eran principios de los ´90 y me puse a buscar hacer algún tipo de formación que me posibilitara profundizar, aunque no sabía bien ni qué ni cómo, y acá no había quien enseñara orfebrería.
—Ya sabías que te gustaba producir con metales…
—Me gustaba, y también me gustaban otras cosas. En ese momento yo ya había empezado a hacer un trabajo psicofísico, la gimnasia rítmica expresiva, con el Grupo Gmáscinco y son como mis pilares. Mi ser de hoy, tanto como persona que produce en un lenguaje del arte si querés, como docente está totalmente nutrido de mi quehacer en el espacio de gimnasia… es mi persona atravesada por la práctica que luego me da elementos para pensar y pensarme tanto a mí misma como con el vínculo con los otros.
—Es que es así, primero lo vincular.
—Exacto. Eso es lo primero, eso es la base de todo. Lo demás es por consecuencia, que se genera un reconocimiento del otro. Porque para mí: ¿cuál es el punto hablando del espacio del taller? Y bueno, como yo concibo acá, la joyería contemporánea es un campo de producción plástico visual pero ante todo es un campo de lenguaje, específico, que tiene su especificidad pero desde el momento que lo pensamos como campo del lenguaje hay un sujeto, un ser con una historia y con un presente, con un algo para decir o para pensar, algo a traducir, el lenguaje como vía para traducir una cosa a la otra. Acá como en cualquier lado. Acá en el campo del arte y en el campo del lenguaje, con una materia, un ser que se conecta con su mundo interno (que pueden ser ideas, motivaciones, emociones) y su traducción en una materialidad. Pero quien está primero es el sujeto…es el que tiene que tener lugar.
—Y así planteás tu taller, tu espacio de aprendizaje y de enseñanza.
—Lo bueno de ser un taller no formal y no académico es que no hay que cumplir ninguna meta específica y eso da libertad. Cada lugar tienen sus pro y sus contras, todo puede ser, si te sirve, si es para decir lo que querés decir, y lo importante es que se ponga de manifiesto eso, y después puedo ver y evaluar, pero hasta que no sale afuera el mundo interno no me entero… pero eso, en cualquier campo de expresión y de manifestación creativa. Este año estamos atravesando el décimo año con este formato.
Para mí, el espacio de taller es un espacio de vínculos, el proceso es personal pero una hace un trayecto con otros, y eso es una de las ofertas del taller y es parte de la propuesta, la mirada del otro, la pregunta del otro nutre. Cerrando el año, están los talleres abiertos y no solo es mirar si no charlar, compartir y los seminarios con profes de afuera donde se encuentran de distintos grupos y gente externa al taller. Somos lo que somos en grupo, y ese es nuestro potencial, nuestro capital , que se usa o no se usa, se aprovecha o no, pero que vuelvo a decir no se dá en todos los lugares, pero es algo de época, lo que ocurre acá no es único ni de iluminados. Yo tengo un trabajo que me ha permitido una apertura, pero no ocurre per se… por suerte es algo que está sucediendo cada vez más.
—Es de las cosas lindas de nuestra época.
—De verdad hay muchas cosas… el cambio de paradigma de las comunicaciones y esto de socialización de los saberes. También es esto de que hay una disposición humana y las tecnologías están, pero hay un movimiento.
—Lejos de las ideas del artista solitario y del joyero orfebre genio y sólo golpeando el metal en la oscuridad…
—Ese es el joyero clásico, ese es la ortodoxia de la joyería, esa es la joyería hermética. Esta es otra joyería, en el mismísimo campo de la joyería. La joyería contemporánea se para en lugares distintos. La clásica se posiciona en términos de valor en relación a una materialidad que son metales preciosos, las piedras preciosas y que son las que las convierten en joya. Todo es lenguaje, eso es una estética y es un lenguaje, y todo lenguaje habla de algo y cada lenguaje tiene una intención por detrás. Cuando hablamos de estas materialidades, es verdad, el oro y la plata tienen cualidades de metales preciosos, pero hoy su valor está puesto en realidad en cuestiones económicas, relacionadas entonces a cuestiones de poder y de estatus.
En la joyería contemporánea lo precioso viene a estar en el concepto, en la idea a plasmar, y de ahí que la materialidad y las técnicas van a devenir de cuales son las más apropiadas para plasmar esa idea. La joyería clásica dice “esto se hace así”, hay un orden y si no se se hace así está mal. La joyería contemporánea, al igual que los procesos artísticos, se abre a la exploración y a la experimentación, esto de indagar y definir los propios procedimientos…entonces desde ese mismo momento es no hay bien o mal del quehacer y eso va definiendo a un sujeto productor. En la clásica hay dogmas, y esos dogmas son poder. Aún hoy hay joyeros que dicen que la joyería contemporánea no sirve, no es joyería, siguen negando al otro: es un posicionamiento y una forma que es histórica. Pero te cuento algo, las piedra se usaban en sus orígenes porque se reconocían sus acciones terapéuticas, sus propiedades energéticas, aunque igual eran elementos de poder: las tenía el rey en el cetro, y de oro porque es el metal de mayor conductividad energética.
—La contemporánea planteando una forma de quehacer colectivo y con libertad en los procedimiento, construyendo culturas…
—Sí, igual, cuando yo empiezo, mis diez o quince primeros años fueron en solitario…esa forma era un quehacer solitario. Por eso para mi, lo que estoy viviendo hoy es un ideal, ni siquiera es que lo soñé. De pronto encontrar cómo me significa transmitir a otros, es tener un contexto, tener interlocutores con mis mismos interrogantes. Diez años participé de FERIAR, en la feria internacional de joyería, donde yo siempre digo que para mi fueron años muy valiosos porque me contactaba con colegas, me encontraba con pares…crecí en el sentido de que era una instancia de vidriera de diez días, una vez al año, para encontrarme con un publico y también para encontrarme con mis colegas. Pero lo importante para mi también es que yo seguí buscando, me seguí desafiando porque me motivaba.
—La motivación y las ganas de producir, en un proceso interdisciplinario, es lo que se ve en tus joyas, en tus diseños…
—Mis quehaceres un quehacer interdisciplinario y eso es algo que me caracteriza, es que soy una persona de menos títulos y más avances desde el hacer. Todos mis conquistas han sido del hacer… eso me lo reconozco y eso me da una gran tranquilidad pero eso ademas es parte de mi naturaleza, soy empírica por donde me quieras ver. Y de a poquito, de a poquito yo siento que en el espacio se va logrando esta cosa de la interdisciplina, hablando del abordaje de distintas materialidades: la cerámica, el textil, la porcelana, y los metales con distintos recursos. Bueno, eso da cuenta de que ya es otra cosa en relación al orfebre que pensábamos solitario… esto ya es otra historia.
Ahora, insisto: operamos en el campo de la joyería, porque no es escultura en pequeño. Es joyería porque la joyería tiene un mundo específico, una especificidad del campo que tiene que ver es una práctica objetual, que el elemento que la vuelve joya es su relación con el cuerpo, y el cuerpo no es un ente, es un sujeto. ¿Porque no es arte objetual? ¿que es lo que lo vuelve joya? Bueno, puede operar y significar como meta objeto, pero se vuelve joya cuando yo la relaciono a un sujeto con una corporalidad, el cuerpo que tiene una cuestión de escala propia. La joya, si la pensamos menor al sujeto, que pueda entrar en la mano por ejemplo, tiene esa opción de portabilidad (el sujeto también en una relación de intimidad con el objeto, porque me lo pongo, lo toco). Pero a la vez hay otra situación que es de acción pública, cuando me pongo mi pieza y salgo al espacio. El cuerpo, el sujeto camina por la vida, y estas son las cosas específicas del campo que yo digo, es su capital. El sujeto, a su vez, tiene una historia con la cual reflexionar, propia. Hay un abanico de formas de habitar la joyería que dependen de cada quien, sin reglas. De paso podemos decir que este es un medio que es joven. Entonces aún no hay una cuestión de egos, de competencias, estamos todos en la misma.
—¿Cómo son tus procesos de producción ahora? ¿En qué andas?
—Vino un viraje en mi modo de producción, un viraje madurado, buscado, deseado en donde entiendo que he podido entrar desde otra lógica. Buscado, pero disparador de esto es un taller que organice que se llamó Materia de escritura que le propuse dar a Gabriela Halac. Me interesa que el o la que trae el recurso, de algún modo conozca y esté involucrada con el campo específico de la joyería. No es que si no, no puede ser, pero para mi es importante conocer por dentro, y también hacer entendiendo. En general todos los workshops que organizo los hago, porque organizo lo que me interesa. Y el último proceso de trabajo vino en diálogo con la escritura, tal vez básica, pero el taller no era para ser grandes escritores sino para entrar de manera lúdica a la palabra. Y sale este tema de cómo escribir de la propia obra…de pronto hay una obra hermosa y después lo que escribís no suma. En mi caso, lo distinto fue entrar desde otro lugar, y ese acto sencillo, básico, de escritura me permitió un ir y venir con mi idea y de ahí a la materialidad.
En correspondencia con un momento fuerte mío, de cambio, de volantazo, porque somos seres humanos ante todo. Los procesos de producción siempre van alineados a los procesos personales, humanos… Una somos, vamos siendo, somos seres humanos con cantidad de facetas, con cantidad de roles. porque mi yo joyera es un rol, y mi yo madre es un rol, y mi yo docente es un rol, porque soy un ser humano ante todas las cosas, y después me desempeño en relación a una circunstancia. Y finalmente terminé trabajando con piedra, y la idea fue ablandar las piedras. Piedras vestidas, arropadas, con encajes…
Pensar y experimentar todas las formas en las que una puede ablandar una piedra…por supuesto que la metáfora de la piedra en sus múltiples sentidos. Yo venía trabajando con piedras… por ejemplo te cuento: para perforar la piedra una trabaja con accesorios que se trabajan con agua, entonces en el hacer descubrí que el agua iba a tomando protagonismo también, entonces trabajé con esa agua con restos de piedra, con pigmentos…y puedo ir armando paisajes y algunos materiales van deviniendo en nuevas obras. Una trabaja con muchas cosas, digo, tengo un campo específico que es un capital para trabajar. ¿Cuántas formas posibles vislumbro de ablandar las piedras?. Esto es lo último, y tiene mucho tiempo de trabajo, una acción casi meditativa donde la idea de ablandar la piedra me lleva a pensar y sentir cómo ablando la piedra pero sin volverme piedra yo.. Una acción de ser consciente de la piedra que es una, la piedra que soy, la piedra que somos. Ese diálogo, que me parece que es lo interesante a la hora de pensar y producir… ¿las poéticas para qué si no es para pensarse, reflexionar, descubrir, descubrirse? Más allá de la resultante estética. Es verdad, aparece mi destreza de oficio, pero no importa siempre, puede aparecer o no… yo agarro lo que necesito en el momento en que estoy haciendo.
*Por Soledad Sgarella para La tinta.